—¿Sí? —contesto
alargando la i. Ya sé que es Agus, pero en este siglo tenemos la manía de
seguir preguntando cuando nos llaman por teléfono, incluso cuando los nombres
aparecen reflejados en la pantalla de nuestras maravillosas máquinas. Es el
jodido siglo de sobreinformación y la estupidez retroactiva.
—¿No? —responde él alargando la o,
mofándose de mí, para variar—. ¿Quién cojones va a ser? El puto amo al habla.
—Ya, joder, puto gilipollas, es una forma
de hablar —hago una pequeña pausa de cuatro segundos—: ¿Qué tal?
—Hasta los cojones. Estamos a día diez y
todavía no he cobrado, y encima viene el puto Santa Klaus y me dice que tengo
que pintar las jodidas porterías del campo de arriba. ¡Puto gilipollas! Y para
más lapidación personal, no dejo de acordarme del dinero que puse para Cigala
Tower. Ya sabes que no lo digo por ti, brother, contigo lo que haga falta. Son
estos comemierda, que se creen algo y solo valen para enseñar el culo en
redes sociales. Me ponen enfermo.
—Lo cierto es que el asunto me tiene un
poco cansado, no te voy a engañar. Y tengo un plan al respecto. Ando mal de
pasta este mes yo también y no puede ser. He tenido que volver a pillar un par
de biografías, y mira que no quería caer otra vez en la misma mierda. Al final
he tirado de contactos y tengo la dirección real del puto Cigala.
—¿Qué insinúas?
—¿Por qué no vamos hasta allí? Ese hijo
puta necesita conocer a los hermanos brother.
—Voy a pillar el consolador más salvaje del
mercado y se lo voy a meter por el culo. Prometido.
—Pásate por casa esta tarde y matizamos el
plan.
—¡Uh, matizar! Que moderno te has vuelto.
Claro, como ahora eres depreñador.
—¡Déjate de hostias, cojones! Vamos a joder
a ese puto pintamonas de mierda. Le liaremos la de Dios.
—¿Lo ves? Eres mucho peor que yo.
—Más o menos somos la misma mierda.
—Me estaba preguntando una cosa, ¿si
alguien no se ha leído la primera parte, entenderá la segunda?
—Escribiré esta mierda para que así sea. Ya
me conoces. Además, ¿por qué das por hecho que voy a escribir esta nueva
historia?
—Brother, nos conocemos...
—Anda y que te jodan... Jajajajaja
De fondo suena Pity the fool, de Black
eyed vermillion. El primer tema musical introducido en la historia, tan
presente en mi vida que no podría continuar sin ella. Pasiones entre notas. Momentos
marcados por acordes malditos. Incoherencia envuelta en berridos salvajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario