domingo, 22 de diciembre de 2019

Capítulo 1




A veces nuestra vida cambia por completo, gira hacia la felicidad, hacia el absurdo. Se adentra en lo efímero y lo convierte en eterno.
    En mi caso, después de una decadencia vital que parecía no tener fin, llega la calma personal: Amor, embarazo y estabilidad emocional. Y todo en tiempo récord, algo increíble, mágico, de jodida película. Pero tranquilos, esto no cambia nada. La vida sigue siendo una auténtica mierda rebosante de estrés, malas caras, fobia social, marginación y polución familiar. De ahí aquello que dicen: la felicidad es efímera. Y con esto ya he utilizado efímero y efímera. Si existiese la palabra mieda también la habría usado. Mierda sé que existe.
    El caso es que la jodida felicidad requiere ciertos cuidados, y uno de ellos es que hay que regarla con dinero. Me explico. Hay que pagar jodidas facturas, abonar la renta del nido de felicidad, la compra en el supermercado, ropita de tío cojonudo, vicios y toda esa locura tan necesaria y terrorífica a la que nos obliga el capitalismo.
    Por todo esto, decidí legalizar mi sello editorial y me puse a currar en algo normal, serio y respetable (una patraña). Y así estoy, deudas con el sello (gracias a escritores de mierda que se quedan con las ganancias) y una vida de esclavitud reglada gracias a empresas que monopolizan nuestras vidas a cambio de cheques mierda. Somos todos iguales, no existen unos mejores que otros, los mismos perros con distintos collares, así funciona esta basura (ya sé que parece una puta novela de Welsh).
    Si quieres vivir de un modo normal debes sufrir las consecuencias. No queda otra, amigo. Y para no morir de asco (al margen del amor, que ya es terreno ganado), he decidido escribir esta historia. Una historia de venganza en la que, para no herir la sensibilidad de nadie, he decidido cambiar los nombres de los protagonistas y dramatizar las situaciones. Básicamente, a excepción de mi mujer, mi hijo, mi hermano y un par de buenos amigos, el resto de seres me resultan vomitivos. Los problemas del mundo moderno se convierten en insultos dentro de esta obra. Una trama vinculada directamente con la venganza. Sí, tan simple y enfermizo como eso. No una venganza de muerte, sino desesperante.
    Voy al grano:
    Todo empezó cuando Cigala Tower, poeta y cantaor almeriense, me pidió asesoramiento y hueco editorial. La idea prometía, conocía un poco sus pasos y me parecía algo interesante. El tío sacó un poemario el año anterior y vendió bastante ejemplares. De modo que accedí y le pedí a Agus algo de pasta para invertir. Era evidente que el dinero se recuperaría y acabaría de nuevo en su cartera. La cosa es que el tema fue un jodido descalabro. Cigala Tower resultó ser un fraude, un pozo sin fondo para nosotros. Era más que necesario hacer algo, y lo más coherente para nosotros era usar nuestra arma más mortífera: la sinrazón. No quedaba otra. Y aquí es donde, más o menos, comienza esta historia.





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